Cuidados al cuidador

Hay veces que nos centramos tanto en la otra persona que dejamos de preocuparnos por nosotros mismos. Hoy veremos cómo prevenir lesiones y daños en la espalda y articulaciones por malas posiciones o mala ejecución de los movimientos.

Es importante saber que hay que estimular a la persona dependiente para que sea lo más autónoma posible. No debemos hacer por ella nada que ella pueda hacer por sí misma. También es importante planificar bien la acción antes de comenzar a ejecutarla, ver si es preciso pedir ayuda, posibles complicaciones, obstáculos o adaptaciones que se podrían presentar.

Para realizar una adecuada movilización se debe tener en cuenta:

    • Pies separados 30 cm, aproximadamente, uno detrás en dirección al movimiento.
    • Rodillas flexionadas, para evitar sobrecargar los ligamentos y meniscos.
    • Espalda recta, con el vientre apretado, y la pelvis flexionada.
    • La barbilla debe estar metida, colocando así bien la zona cervical con respecto al tronco.
    • Debemos agarrar bien con toda la palma de la mano. Siendo las zonas de agarre del paciente: glúteos, omóplatos y rodillas.
    • Los brazos y codos deben permanecer pegados al cuerpo.
    • La persona inmovilizada debe estar lo más próxima a nuestro cuerpo, de esta forma, se reparte mejor la carga.
    • La altura de la cama dependerá de la talla de la persona cuidadora. Es correcto cuando puede asear a la persona que cuida sin doblar la espalda. Aproximadamente debe estar a la altura de su cadera.
    • Movimientos sincronizados (al mismo tiempo cuidador y persona dependiente).
    • Cuerpo orientado hacia la dirección en que se va a realizar el movimiento y lo más cerca posible de la persona dependiente.

 Es importante realizar los movimientos con lentitud, sin brusquedad y evitando fricciones.

Realizar estiramientos puede ser una buena forma de preparar la musculatura antes y después de realizar esfuerzos.